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El porqué del atracón en un trastorno de alimentación

Un atracón consiste en ingerir, en un periodo de tiempo limitado, una cantidad anormalmente grande de comida con una sensación de pérdida de control.

Ejemplo de atracón: Un paquete de galletas, medio bote de leche condensada, dos latas de atún, el arroz frío de la nevera que sobró de ayer, dos helados y un paquete de pan de molde en menos de media hora.

Lo habitual suele ser que el atracón esté compuesto de los alimentos considerados “prohibidos” para la persona, es decir, todo aquello que “engorda” y que se puede vomitar con facilidad.

Pero si se encuentra en un estado emocional muy alterado puede llegar a comer cualquier cosa, incluso alimentos en mal estado.

Cuanto más estricta es la persona en la realización de su dieta, y más alimentos restringe, mayor frecuencia de atracones habrá.

(Ejemplo: Andrea, de 17 años, repite día tras día la misma rutina: un té por la mañana, un biscote, dos manzanas y un yogurt para comer y jamón York y queso de Burgos para cenar. Se ha impuesto estas normas como reflejo de su perfeccionismo. Siente que así su vida está en orden. Cualquier cosa que se salga de ese menú será una grave infracción. Si transgrede su ritual con un nuevo alimento lo vive como un enorme fallo, y debido a su pensamiento “todo o nada” decide que el día ya no es perfecto, por lo que come todo lo “prohibido” hasta que siente que no cabe nada más y entonces se purga para volver a  su “perfección”. Pero cada vez más veces su cuerpo necesitará algún alimento que ella no se permite, y cada vez más veces aparecerán los atracones con sus vómitos posteriores.)

El atracón comienza a convertirse en algo extraordinariamente placentero. Mientras come sin pensar entra en una “burbuja” donde nada importa. Sólo se centra en esos alimentos. El tiempo se para. Sólo importa comer todo lo que normalmente no puede y deshacerse de ello cuanto antes, vomitando.

Todas las frustraciones del día, los miedos, la angustia desaparecen. Eso hace que estos atracones sean tan adictivos. Gracias a ellos consiguen “anestesiarse” durante un rato y sentir algo parecido a la felicidad.

Finalmente, cuando acaba la comida o ya no entra más, sobreviene la culpa. Es necesario vomitar cuanto antes. Después de vomitar viene la relajación. Ahora puede afrontar de nuevo su ajetreada vida, descansada y plena volverá a estudiar, hacer ejercicio, trabajar… Ha recargado sus pilas, aunque no será por mucho tiempo.

Cuando los atracones y vómitos se hacen muy frecuentes la sensación de plenitud no es tan intensa. Como en cualquier adicción llega un momento que es más importante no sentir displacer o angustia que plenitud propiamente dicha.

Cada vez se cansará más después de vomitar. Aparecerán calambres y temblores, dolores de cabeza y de estómago o reflujos.Entonces aparecen las promesas: “No lo volveré a hacer. Es la última vez”. Pero no es así. No puede hacerlo sola. Necesitará tratamiento y apoyo para lograrlo.

Ha veces las chicas con anorexia tienen la sensación de que se han dado un atracón, pero son “atracones subjetivos”, es decir, no son grandes cantidades de alimento, sino simplemente alimentos prohibidos comidos de forma descontrolada y rápida (una chocolatina, unas pipas, un postre…).

Es importante entender que no pueden eliminar los atracones y vómitos a través de fuerza de voluntad.

Los atracones son síntomas de su enfermedad, al igual que la tos es un síntoma de la neumonía. Y no podemos pedirle al enfermo de neumonía que deje de toser si antes no se cura la enfermedad. Hay que tener paciencia, y no culpar a nuestra hija por vomitar. Los vómitos irán desapareciendo a lo largo del tratamiento psicológico.

Si necesitas ayuda terapéutica envíanos un correo a info@esenciadealquimia.es

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