Quiero proponerte un curioso recurso mental para mejorar la convivencia durante estos días de confinamiento: Pon un vecino en tu vida.
¿Verdad que cuando un vecino con el que no tenemos confianza viene a casa le mostramos lo mejor de nosotros?¿O al menos no mostramos lo peor?. No les chillamos a los niños, no peleamos con la pareja, no perdemos los nervios. Nos comunicamos mejor, somos más simpáticos, nos sabemos auto-controlar mejor. Los vecinos y desconocidos a los que hemos de volver a ver sacan nuestra mejor versión, más sociable.
La propuesta es: cuando comienzas a perder los nervios con tus hijos imagina que hay un vecino en casa. ¿Cómo le dirías eso mismo si te estuviera observando?
Cuando vas a hablar mal a tu pareja, o a tu madre…visualiza que el vecino está ahí. Díselo de ese otro modo.
Es una manera de darle al “pause” a nuestro yo impulsivo. Nos hace parar y re orientar la brújula interna. El vecino nos hace “elegir” cómo deseamos comportarnos, y nos saca del secuestro emocional.
Poco a poco vamos a ser esa mejor versión muchas más veces. Y entonces nuestros hijos recibirán un mejor trato, y por lo tanto desarrollarán un apego más sano.
Somos un referente de nuestros hijos, que terminan de modo inconsciente imitando todo lo que hacemos y decimos.
He escuchado tantas veces en la consulta: “Ojalá mi padre fuera en casa como es fuera, con los vecinos, con sus amigos”. Venga!!! Vamos a serlo. Pongamos un vecino en nuestra mente.
Me encantará que me cuentes si has usado este recurso o si conoces otro que quieras compartir para mejorar el ambiente en casa.