Como padres tenemos miedo de que nuestro enfado y nuestra ira pueda ser perjudicial para los hijos, así que muchas veces la contenemos tal y como un buceador contiene el aire. Y claro …esa capacidad de aguante es limitada. No podemos evitar la aparición de la ira, aparece frecuentemente. Para mi como madre fue un gran descubrimiento reconocer que no es necesario ser siempre pacientes.
Hay un lugar para el enfado paterno en la educación del niño. No enfadarse en determinados momentos lleva al niño a la indiferencia y no a la bondad. El enfado dice : “mi tolerancia tiene límites”. La vida tiene límites.
La rabia debe expresarse de manera que traiga un poco de alivio al padre, algo de perspicacia al niño, y ningún efecto secundario ni a uno ni a otro (Ginott).
3 pasos para sobrevivir a nuestros enfados:
Aceptar que nos enfadaremos bastantes veces con los niños
Reconocernos el derecho a enfadarnos sin culpa ni vergüenza
Siempre que no perjudiquemos a nadie tenemos el derecho de expresar lo que sentimos, sin atacar la personalidad o el carácter del niño
Identificaremos nuestra emoción y lo expresaremos en primera persona (“Estoy enfadado”). Si expresarlo así no mejora la situación lo expresaremos con más intensidad: “Estoy muy enfadado”.
En último lugar podemos declarar lo que nos gustaría hacer por ese enfado: “Cuando veo todo por el suelo, los libros nuevos, la ropa limpia, me enfado muchísimo y me encantaría tirarlo todo a la basura”. Probadlo, a mí me funciona de maravilla con mis hijos.
Manejar el enfado de los niños
A veces los niños están tan alterados que no escuchan nada, ni notan que les estamos haciendo caso.
Un truco puede ser darles un bloc y un lápiz y decirle “Vamos, enseñaré lo enfadado que estás. Haz un dibujo que lo exprese”
Y tras su dibujo reflejar, estar presente “Ya veo cómo de enfadado estás, muéstrame más”
Si el niño no sabe aún dibujar, no quiere o no puede, podemos probar a hacerlo nosotros: ¿Es así cómo te sientes? Y dejar que él continue, quizá rompiendo la hoja…O se le puede presentar un cojín para golpear.
Cada vez que demostramos respeto hacia los sentimientos de nuestro hijo, le ofrecemos la oportunidad de hacer una elección o una oportunidad para resolver sus problemas, aumenta su confianza y su autoestima.
Tatiana Muñoz
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